miércoles, 24 de abril de 2013

Evolución de las huelgas en el Estado español desde los setenta hasta la actualidad

Hola. Os dejo aquí un estudio sobre cómo han evolucionado las huelgas en el Estado español desde los años setenta hasta ahora. Resumiendo: el número de huelgas declinó desde mediados de la década de los noventa pero se empezó a recuperar desde 2008.
Hagamos entre todxs que este pico siga aumentando y asustando a nuestro ministerio de Interior ;-)
Os dejo ya con el artículo. Un saludo
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Fuente: http://marxismocritico.com/2013/04/24/analisis-del-nivel-de-huelgas-en-el-estado-espanol/


“Análisis del nivel de huelgas en el Estado español en el periodo 2007-2012″


Miguel Sanz Alcántara


En su artículo del número 2 de esta revista, Angie Gago hacía una radiografía de la clase trabajadora del Estado español, así como de su reacción general y la de sus organizaciones básicas de lucha –los sindicatos– a los efectos de la crisis. Con este artículo queremos complementar su análisis a través de una contextualización en el tiempo del nivel de las huelgas durante los últimos cinco años y mostrar que, lejos de la visión pesimista reinante en la izquierda, la clase trabajadora no ha mantenido una actitud pasiva. Al contrario, encontramos un tendencia gradual, con subidas y bajadas, al aumento de las luchas laborales. 
El análisis de la tendencia de la clase trabajadora hacia la lucha o la pasividad en la crisis es central para comprender lo que está ocurriendo. Aunque las estadísticas de conflictos laborales sólo muestran una parte de la explicación, y ésta debe ser complementada con un análisis político, resulta un apoyo importante a la hora de conocer cómo se trasladan las luchas sociales –del 15M, por ejemplo– y la batalla política entre diferentes actores (sindicatos, gobierno, oposición, etc.) al terreno laboral. En este artículo estudiaremos principalmente el movimiento de los trabajadores y trabajadoras desde el punto de vista de las huelgas recogidas por las estadísticas, e intentaremos conectar estos datos con una visión más global de lo que ocurre fuera del ámbito de la lucha en los centros de trabajo.

Sobre los indicadores

Para el análisis del nivel de luchas laborales hemos utilizado algunos parámetros estadísticos básicos, como por ejemplo el número de huelgas, el número de participantes en estas huelgas y el número de jornadas de trabajo perdidas por causa de ellas, en términos generales y en datos desagregados por sector y rama de actividad. La combinación de estos parámetros (más otros indicadores derivados) permite hacerse una imagen aproximada del nivel de luchas laborales en un periodo concreto. Cada parámetro tiene unas implicaciones concretas desde el punto de vista de la organización, la activación de sectores de trabajadores y el daño generado a los empresarios con la actividad de huelga.
El número de huelgas muestra el nivel general de lucha, la cantidad de colectivos de trabajadores que se encuentran inmersos en conflictos. Por su parte, un alto o bajo número de participantes indica el nivel general de personas implicadas en la huelga. Un nivel alto de participantes indica que las huelgas están siendo secundadas y que se está implicando a centros de trabajo que agrupan a muchos trabajadores. Un mismo número de huelgas puede representar situaciones muy diferentes si se introduce este parámetro. Por ejemplo, en el año 1978 hubo 1.128 huelgas registradas con casi cuatro millones de participantes, mientras que para las 1.125 huelgas que se registraron en 2009, hubo tan sólo 650.000 personas. Por lo tanto, puede decirse que los niveles globales de participantes en las estadísticas muestran, entre otros hechos directos, el impacto social de las convocatorias de huelga.
Respecto al volumen de jornadas no trabajadas, es un dato que nos permite por un lado medir la tendencia hacia huelgas más o menos duraderas, pero también nos mide el daño productivo y económico que se infiere a los jefes y capitalistas. Representa el número de jornadas efectivas que cada trabajador que secunda una huelga deja de producir o prestar su servicio. Es un indicador que también refleja el nivel de combatividad y organización entre los trabajadores, tanto a nivel de empresa como general, y explica mejor que el número de huelgas cuál es el nivel de movilización.

Otras consideraciones

Estos indicadores estadísticos no son puramente objetivos, pues se fundamentan en la recopilación de datos realizada por el Estado y la Patronal, principalmente. Las cifras pueden estar sesgadas en función de que a cada actor le interese resaltar o disminuir el nivel de lucha laboral en cada momento (en especial el número de huelgas y de participantes). En cualquier caso, la utilización de estos indicadores permite destacar las tendencias generales, que es lo que nos interesa para el objetivo de este artículo.
Por otra parte, aquí analizaremos, a falta de otras fuenstes, los conflictos laborales que tienen como expresión únicamente la huelga. Por este motivo debe considerarse que la conflictividad laboral recogida por los datos estadísticos que utilizaremos no reflejan directamente otros modos de lucha como la manifestación, las marchas, encierros y protestas varias que se realizan fuera del horario laboral por parte de los trabajadores y trabajadoras. Sin embargo, la huelga suele ser la expresión más dura de los conflictos laborales y también la que refleja mayor determinación para la lucha por parte de las plantillas de las empresas y centros de trabajo. Por eso debe interpretarse que la conflictividad laboral es mayor de la que reflejan las estadísticas, pues es muy habitual que por cada huelga la plantilla haya realizado antes, después o durante, otras expresiones de protesta. Además, no todos los conflictos laborales llegan a tomar la forma de huelga y se ganan o pierden antes que los trabajadores decidan hacerla.
Por último, destacar que con este artículo no se pretende transmitir una visión economicista de la lucha de clases. Es decir, el conflicto laboral cotidiano es la expresión más directa del enfrentamiento entre la clase trabajadora y los jefes –entre el trabajo y el capital, entre el proletariado y la burguesía contemporánea, si se quiere–, pero no es la única expresión de la lucha entre clases, que también se desarrolla en los ámbitos político, social e ideológico, además del económico que nos ocupa. Por otra parte, en momentos concretos la huelga puede vehicular demandas esencialmente políticas, como pasó durante los años 70 y la transición o, a un nivel mucho más bajo, durante 2003 con los paros laborales contra la Guerra de Irak. Pero, aunque la lucha sea esencialmente económica, se interrelaciona con los otros campos de una forma compleja y rica. La lucha de clases, como acción global de la clase trabajadora y el resto de clases, está mediada por factores políticos, ideológicos, organizativos, institucionales, de experiencias sobre victorias y derrotas, conflictos internacionales, etc. El objetivo último que perseguimos es ofrecer un análisis general de los primeros años de la crisis y sobre la disposición actual para la lucha por parte de la clase trabajadora a través de la huelga, que es una herramienta central y enormemente indicativa de la conciencia de clase, pero no la única.

La tendencia general del número de huelgas y la respuesta a la crisis

Para contextualizar la época en que nos encontramos partiremos de la década de los 70. Es muy cierto que la lucha laboral y las huelgas se dieron también, aunque de una forma mucho menos intensa, en las décadas anteriores del régimen franquista, pero entendemos que el punto álgido que representan las luchas obreras de los años 70 permiten entender con mayor claridad de contraste lo ocurrido durante las dos últimas décadas del siglo XX y la primera del XXI.
Entre 1976 y 1979 la clase trabajadora vive una serie de movilizaciones muy intensas y su nivel de huelgas, además de ser muy alto, involucran cada año siempre a más de tres millones de trabajadores y trabajadoras. El número de jornadas de trabajo perdidas por las huelgas alcanza cifras que nunca más se volverán a alcanzar si no es a través de las huelgas generales ya en periodo plenamente democrático: entre 11,5 y 19 millones de jornadas perdidas por año. Estos cuatro años registran 16 millones de huelguistas y las jornadas no trabajadas representan 60 millones, que equivalen a más de la mitad de las jornadas no trabajadas computadas en todas las huelgas laborales de los siguientes 25 años1. Esto permite hacerse una idea del nivel de combatividad del movimiento obrero durante la transición2, pero también del bajo nivel relativo de luchas en el que nos encontramos desde entonces.
Para la contextualización que nos interesa de la época actual, pueden establecerse dos grandes periodos en lo referente al dato general del número de huelgas. Un primer periodo que abarca desde 1976 hasta principios de la década de los 90, en la que todos los años, a excepción de 1986, se supera el millar de huelgas; y un segundo periodo a partir de 1994 hasta 2008 en el que siempre se queda por debajo de esta cifra. Con esta división general en dos periodos (reflejada en la tabla) podemos hacernos una idea del lento declinar de la combatividad laboral en el Estado español, que tiene su punto más bajo en los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI.
Entre 1997 y 2006 el número de huelgas se sitúa por debajo de 800, con 705 de media. Si tomamos como referencia esta cifra del millar de huelgas, podremos ver que desde el inicio de la crisis económica la clase trabajadora del Estado se ha acercado al nivel de conflictos laborales anterior a la década de los 90. Este aumento del número de huelgas no se ve reflejado en el número de participantes y en el volumen de jornadas perdidas, lo que indica que aunque crece el número de conflictos, las huelgas involucran a menos gente y son menos duraderas que en la década de los 80 cuando también se rebasaba el millar de conflictos anuales. En cualquier caso, una primera observación al número de huelgas desmiente que la reacción de la clase trabajadora a la crisis haya sido la de la pasividad. Como se analizará más adelante, los años 2008, 2009 y 2010 recogen un pico de luchas que comienza a decrecer desde finales de 2010 y durante 2011, aunque con una tendencia a la recuperación en 2012 que deberá confirmarse cuando se publiquen más datos.
Este primer análisis del número de huelgas y la tendencia en la que se enmarcan no puede hacernos olvidar el estallido de las huelgas generales, que son picos de lucha que sobresalen de la trayectoria de fondo. En el Estado español existe un excepcional nivel de movilización sindical en torno a cuestiones de política económica, reformas laborales, pensiones, etc. a través de la huelga general. Tanto la huelga general de 1988 como las de 1994 y 2002, denotan una enorme disposición para la solidaridad por parte de la clase trabajadora del Estado. Son movilizaciones de los que trabajan para proteger a los trabajadores y pensionistas del futuro. Por tanto, en el análisis de la combatividad deben incluirse las huelgas generales y en qué medida son secundadas, pero debemos diferenciarlas de la tendencia general del número de huelgas, que muestran la actitud cotidiana y la disposición general para la lucha de trabajadores y trabajadoras, y representan por tanto de una forma más clara el nivel general de combatividad.


Puedes seguir leyendo el estudio aquí.


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