martes, 13 de septiembre de 2011

Impuestos

http://www.escolar.net/MT/archives/2011/09/seis-preguntas-sobre-los-impuestos.html

Seis preguntas sobre los impuestos

1. Si el PP considera que el impuesto de Patrimonio es injusto porque “castiga al que ahorra”, como critica ahora Mariano Rajoy, ¿por qué mantuvo ese impuesto en vigor durante los ocho años que estuvo en La Moncloa José María Aznar?

2. Si el PSOE cree ahora –con razón– que “es justo que la gente que tiene seis o siete millones de euros de patrimonio pague más para ayudar a los que no tienen”, ¿por qué lo eliminó, en lugar de reformarlo?, ¿por qué no lo ha recuperado antes?, ¿por qué no recurrió a esos ingresos en 2010, en vez de, por ejemplo, congelar las pensiones?

3. ¿Por qué el coordinador de Economía del PP, Cristobal Montoro, criticó en 2009 al PSOE por suprimir “un impuesto que gravaba efectivamente a los ricos”, y ahora está en contra de su vuelta “porque perjudica a la clase media”?

4. ¿Dónde estaba Alfredo Pérez Rubalcaba cuando otros ministros socialistas, como José Blanco, planteaban ya hace dos años que había que subir los impuestos a los más ricos para afrontar la crisis? ¿Por qué no dijo nada entonces?

5. La presión fiscal en España está nueve puntos por debajo de la media de la UE. Si subir los impuestos genera paro, como asegura el PP, ¿por qué España es, al mismo tiempo, plusmarquista europeo de paro y de impuestos bajos?

6. Si bajar los impuestos a los empresarios sirve para crear empleo, como también promete (o “ambiciona”) el PP, ¿cómo es posible que haya casi cinco millones de parados, a pesar de las sucesivas desgravaciones y maniobras fiscales que han permitido a las empresas españolas pagar de media sólo un 9,9% de sus beneficios en el impuesto de Sociedades del año 2010?






http://blogs.publico.es/escudier/978/una-fiscalidad-marxista/

Ahora que, a instancias de Rubalcaba, el Gobierno tiene decidido recuperar el Impuesto sobre el Patrimonio conviene recordar la causa de su hibernación. Corrían los tiempos en los que Tomás Gómez era el ojito derecho de Zapatero. Esperanza Aguirre se disponía a eliminar el tributo en Madrid y el presidente quiso anticiparse para dar una baza electoral a su pupilo, también partidario de su desaparición. ¿El resultado? El Estado compensó a las autonomías, que tenían cedido el impuesto y se ahorraron así el coste de ser ellas quienes lo suprimieran. Todavía hoy Tomás Gómez defiende la medida con el argumento de que era muy injusto que personas con pocos recursos como su madre tuvieran que pagarlo. ¿No habría bastado –tal es el plan actual- con elevar el mínimo exento para que sólo los más ricos y no la madre de Gómez pasaran por ventanilla?

Como la fiscalidad nunca fue para Zapatero un instrumento para corregir desigualdades sino una cajón de reclamos electorales, sus disparates han sido de órdago a la grande. Allá por 2006, en pleno boom, bajó el IRPF cuando, posiblemente, debió haberlo subido para evitar el recalentamiento de la economía y controlar la inflación. Por si no había quedado claro cuán de izquierdas era eso de reducir impuestos, se presentó a las elecciones de 2008 con la promesa de regalar 400 euros a cada contribuyente, sin importar que el beneficiario fuera Agamenón o su porquero.

Los desatinos se sucedieron. Ya metidos en la crisis liquidó el impuesto del Patrimonio; después lo que tuvo que eliminar fue la devolución de los 400 euros y tratar de hacer caja como un poseso por la caída de la recaudación. Así, para que el agonizante consumo no sufriera aún más lo remató con una subida del IVA y de los impuestos especiales, lo que hermanaba a ricos y pobres a la hora de soportar las cargas de la recesión.

A falta de una reforma integral, la izquierda se hubiera conformado con un simple gesto para obligar a las grandes fortunas a retratarse, algo socialdemócrata con lo que olvidar el marxismo fiscal a lo Groucho del presidente. El guiño llega demasiado tarde.



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