viernes, 14 de enero de 2011

La precariedad del mercado laboral

Copio aquí debajo un artículo muy bueno de una bloguera feminista, que nos cuenta sus experiencias de precariedad y cómo ha tratado de buscarse la vida en el mercado laboral.
Fuente: http://haikita.blogspot.com/2010/02/la-precariedad-laboral.html








Hoy inauguro una nueva sección: Diario de una Precaria. Creo que servirá de desahogo personal, por un lado, pero es también un intento de visibilizar la nueva clase social Precaria que ha surgido con el deterioro del Estado del Bienestar en las últimas décadas. El recorte de los derechos de los y las trabajadoras y la escasa inversión social en el fomento del empleo y la investigación han provocado una generalización de la precariedad a todos los niveles. Es un fenómeno que afecta, sobre todo, a jubilad@s, jóvenes, y sobre todo, mujeres. Este diario empieza hoy reflexionado sobre cómo nos trata el mercado laboral:

Siempre he pensado que la precariedad es una cuestión de grado; varía en intensidad y por épocas. Sin embargo, llevo días pensando en que la precariedad es hoy una forma de estar en el mundo. Uno no nace precario; se hace. Y por mucha voluntad antiprecaria que le pongas a la vida, somos cuatro millones de parad@s y muchos millones más de empleados con sueldos indecentes y unas condiciones laborales indignas, de modo que no es culpa de una misma, ni es cuestión de actitud ante la vida.


Es sencillamente que nuestro sistema de organización económica permite y perpetúa una situación de injusticia que se viene dando desde los inicios de la humanidad hasta nuestros días: el que unos pocos dicten las reglas del juego, tengan los medios de producción, y obliguen a los demás a trabajar para ellos en las condiciones que sean.

Es cierto que la democracia trajo consigo el Estado del Bienestar; pero es cierto también que mientras las estructuras políticas avanzaban, las empresariales se han quedado en la época en que existía la esclavitud legal (hoy sigue existiendo pero supuestamente es ilegal e invisible; véase la explotación infantil en el área laboral y prostitución en países asiáticos).

En España, los empresarios siguen creyéndose reyes, dueños y señores de las vidas de sus empleados. Parece mentira, pero el Presidente de la Patronal de este país es un sinvergüenza que no paga a sus empleados, que los ha dejado en la calle, y que ha llevado a su empresa a la bancarrota. Y no sólo no está en la cárcel, sino que preside una institución clave para todos los ciudadan@s. Increíble que un señor con tan pocos escrúpulos y tanta amoralidad sea arropado por sus compañeros empresarios (¿es que no hay empresarios con ética que echen de su puesto a ese señor maltratador de familias?), pero cierto.

Lo curioso es que estos empresarios, directivos y altos cargos siempre nos piden que paguemos el precio de la crisis económica. Cuando todo va bien, nunca reparten beneficios, pero luego nos piden que nos apretemos el cinturón y que rebajemos nuestros sueldos y beneficios laborales en pro de su causa (que no es otra que enriquecerse). Además, disponen de nuestra salud y nuestro tiempo de vida alegremente, como si fueran energías renovables, pero luego nos echan a la puta calle cuando no les hacemos falta. Empleamos más tiempo en estar en el curro (la productividad es otra cosa) que en disfrutar de la vida, pero nos lo agradecen con ERES. Y lo peor es que hay gente que estudia para montar EREs y despedir trabajadores, y recortar derechos fundamentales, ¡¡se especializan en crueldad laboral!!.

En fin, en realidad no quería hablar de ellos, sino de nosotr@s, los Precarios, que somos millones de personas. Somos hombres y mujeres de todas las edades víctimas de un mercado laboral que nos trata como si fuéramos basura. Hay precari@s que trabajan y otr@s que no; pero básicamente nuestros ingresos anuales oscilan entre la nada y los 10.000 euros. Es lo que han llamado los mileuristas; pero creo que los precarios ni siquiera llegamos a esa cantidad. Nuestros sueldos son de 400, 600. 800 euros. En el 2008 Gaspar Llamazares habló del "Precariado": nueva clase social trabajadora que cobra menos de mil euros y sus condiciones laborales son temporales e inestables: en total 11 millones de personas en España.

De todas ellas, yo formo parte del colectivo juvenil sobradamente preparado, con postgrados e idiomas, ganas de trabajar y muchas ideas nuevas que aportar. Después de una beca mileurista que no cotizaba a la seguridad social pero sí pagaba IRPF, me encuentro con un mercado laboral terrible y ninguna prestación económica en forma de subsidio de paro o algo parecido. Me dicen que mi esperanza está en las becas, pero me pregunto si es que a los 45 voy a seguir trabajando precariamente, de beca en beca, solo porque los empresarios se frotan las manos con nuestras condiciones infralaborales. Hay mucha gente como yo en mi situación; existe un colectivo de Becari@s
(http://www.precarios.org/) que se autodenomina acertadamente Precari@s.



Me ha costado tiempo comprender que mi destino es salir de España con una beca postodoctoral o alguna plaza de profesora asociada en cualquier país del ancho mundo. Eso se llama exilio obligado, y si las cosas no cambian tendré que salir de aquí para que se aprovechen otros países de la inversión que el Estado Español ha hecho en mi formación. Después de los 70 mil euros que se ha gastado en mí desde 1996 hasta 2008, ¿no les parece que es un derroche lanzar a las doctoras humanistas al extranjero?.



Mientras, el mercado laboral me trata fatal, como al resto de los y las precarias. Después de un año siendo doctora, he trabajado en centros de estudio como docente y en dos editoriales: casi todos los empleos han sido en negro, sin contrato y a tiempo parcial. En dos de los sitios me han pagado tarde y mal, pero aún nadie ha puesto de moda el concepto terrorismo psicológico para entender cómo pasa una persona el mes cuando no sabe si va a cobrar, ni cuando. Es una especie de angustia que se instala en tu pecho en torno al día 5 y que se incrementa con los días. Por ejemplo, el día 10 estás cabreada, el 15 quieres hacer algo para cobrar y no sabes qué; si el día 20 no has cobrado el nivel de angustia es terrorífico, porque para entonces ya duermes mal y te devanas los sesos pensando a quién puedes pedir dinero para tirar hasta que cobras.
Si cobras.

Se puede denunciar a tu jefe si el día 10 no te ha pagado; pero si le denuncias primero tienes que demostrar que trabajas para él, porque no tienes contrato. Y encima te quedas en la puta calle, así que aguantas. Se pueden probar dos técnicas: una, hacer ver a tu jefe/a que necesitas el dinero y lo estás pasando fatal currando gratis. Esta opción es mala porque el superior o la superiora te piden paciencia, te dan más largas todavía, o se aprovechan de tu debilidad, alargando el pago. Otra técnica es ser asertiva y decirle a tu jefe que tu salario no puede ser su ultima prioridad en sus pagos. Que el trabajo lo haces tú, el madrugón te lo pegas tú, y las horas de clase las das tú. Pero les da igual, te ponen las excusas que quieren y encima te hacen sentir que tienes tú la culpa por diversos motivos. Y la última es explicarle el término terrorismo psicológico y lo que ello conlleva, pero se cabrean y te echan a la puta calle.




Total que estos geniales contratos por obra y servicio, contratos temporales, y no contratos te hacen volver a casa de los padres. En mi caso salí del nido a los 24 y he regresado a los 31. Así que entro en el grupo de las mujeres jóvenes sobradamente preparadas que no logran la autonomía económica, situación que las obliga a depender de sus padres o de su pareja, si la tienen.

Confieso que como nunca he manejado mucho dinero, no echo de menos los grandes lujos. Reciclo la ropa de mis amigas, visito los museos los días que son gratis, me cuelo en el transporte público cuando no tengo ni un euro, en fin, cosillas que permiten ir tirando. Cierto que a veces desearía poder conocer algo del mundo, ir al cine habitualmente, cenar por ahí de vez en cuando. Pero lo que más pesa, sin duda alguna, es no poder independizarme en una ciudad donde el precio del alquiler es desorbitado en comparación con los sueldos medios de l@s madrileñ@s. Irse al campo remedia esta situación; pero allí el paro es más fuerte que en Madrid y si no curras tampoco puedes pagar alquiler.



Y mientras, sigo buscando, ideando, pensando, y trabajando sin aportar un duro a la seguridad social. A este paso voy a tener que estar trabajando muchos años más después de los 67, porque mi curro no cotiza y pagar autónomos me dejaría sin sueldo.

Mientras, le echo humor y me desahogo, que por lo menos escribir es gratis, y somos
much@s.




Wikipedia:

"Se denomina precariedad laboral a la situación que viven las personas trabajadoras que, por unas razones u otras sufren unas condiciones de trabajo por debajo del límite considerado como normal.La precariedad laboral tiene especial incidencia cuando los ingresos económicos que se perciben por el trabajo no cubren las necesidades básicas de una persona, ya que es la economía el factor con el que se cuenta para cubrir las necesidades de la gente.En las sociedades desarrolladas las necesidades a satisfacer con los ingresos salariales no implican sólo aquellas que están relacionadas con la mera supervivencia biológica (alimentos, cobijo, vestido, etc.) si no que incluyen un numeroso grupo de demandas relacionadas con el hecho de nuestra naturaleza social: afectos, ocio, cuidados, cultura, educación, comunicación, etc.

Grupos sociales afectados por precariedad laboral:
La precariedad laboral es un conjunto de inactividad, paro, eventualidad, empleo forzoso a tiempo parcial, economía sumergida que afectan más a las mujeres que a los varones, a los jóvenes en mayor medida que a los mayores, e inciden más en unas regiones que en otras. Asimismo, hay que destacar la grave situación de algunos colectivos como los parados de larga duración mayores de 40 años, las minorías étnicas o de inmigrantes y las personas con discapacidad".


Autora: Coral Herrera Gómez





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